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No estás solo: Mi viaje en la perdida de mi hijo.

3 de sep de 2024

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Desde que Dani partió, mi vida ha sido un torbellino de emociones, recuerdos y un profundo dolor difícil de describir con palabras. Cada paso que doy parece cargar con el peso de su ausencia, y cada suspiro se convierte en un recuerdo de aquellos momentos que, aunque pocos, fueron llenos de alegría.


Me llamo Juan Quinteros y deseo compartir mi experiencia sobre el duelo por la pérdida de un hijo. Quiero transmitir a quienes me leen que si han pasado por la pérdida de un hijo o hija, no están solos.


El Viaje del Duelo


Comencé este viaje del duelo sin un mapa, sin saber hacia dónde me llevaría esta travesía de emociones encontradas.


Inicialmente, me negué a sentir, con la consigna de permanecer fuerte para mi esposa. Ella misma fue la que me exhorto a llorar, a endechar, pues detectó que me había escondido en una caja de estoicismo, que no me dejaba sanar.


En ocasiones, especialmente en los aniversarios, cada día se convierte en una batalla contra la melancolía, un intento por encontrar un atisbo de paz en medio de la tormenta que se desata en mi corazón.


En ocasiones, las olas de la tristeza amenazan con ahogarme, sumergiéndome en un mar de lágrimas y recuerdos que parecen desgarrarme el alma. Sin embargo, en medio de la oscuridad, encuentro destellos de luz que me recuerdan que el amor que compartimos con Dani continúa vivo en mi corazón.


Con el tiempo, deje de quejarme por el poco tiempo que lo tuvimos, y empecé a agradecer por los dos meses y medio que Dios nos lo prestó.


El Eco de su Memoria


Dani es un milagro. Llego en el momento justo y contra todo pronóstico. Al desentrañar el recuerdo de su nacimiento y de la forma en la que lucho por vivir, me llena de orgullo. ¿Pueden imaginar a un niño de meses sorprendiendo a los doctores y enfermeras, por su deseo de vivir? Pues ese era Dani. Mi niño...


Me aferro a esos recuerdos como si fueran tesoros, atesorando cada instante compartido como un regalo precioso que ahora guardo con celo en mi corazón.


En busca de Sanar


El proceso de duelo es un camino sinuoso, plagado de altibajos emocionales que me hacen cuestionar mi propia fortaleza. Sin embargo, en medio de la oscuridad, he encontrado pequeños destellos de esperanza que me guían hacia la sanación. Y, como siguiendo un camino de migajas, al seguir esos destellos, me encontré con Jesús


La Fe y la Adoración han sido mi refugio en medio de este torbellino de emociones, proporcionándome un lugar seguro para expresar mis sentimientos de dolor, enojo y tristeza sin críticas ni prejuicios.


Fue en sesiones de adoración a Dios que pude finalmente derramar mis más profundas lágrimas frente al Señor. Sin juicios, sin recriminaciones, sin restricciones.


Y, no lo negaré, le reclamé al Creador.


Y en esos momentos las palabras que resonaron en mi corazón (y que sé que venían directamente del Padre) fueron "Yo te entiendo." Seguido de un cálido y sanador abrazo.


La Huella de Dani


Dani dejó una huella imborrable en mi corazón, una marca indeleble que seguirá acompañándome por siempre. Su alegría, resiliencia y deseo de vivir son un legado que atesoro con gratitud, recordándome que el tiempo que compartimos juntos fue un regalo invaluable que siempre llevaré conmigo.


A través de este proceso de duelo, he aprendido a valorar cada instante, a abrazar la vida con todas sus luces y sombras, sabiendo que la fragilidad de la existencia nos recuerda la importancia de amar y ser amado, de vivir con autenticidad y plenitud en cada respiración.


También he aprendido que nadie entiende mejor el dolor de perder a mi hijo, que el Padre que dio al Suyo. Y porque su Hijo murió por mí, sé que volveré a ver al mío.


Un Nuevo Amanecer


A medida que avanzo en este camino de reflexión y sanación, sé que el dolor nunca desaparecerá por completo, pero confío en que con el tiempo se transformará en un dulce recuerdo que acariciaré con gratitud en mi corazón. Dani siempre vivirá en mí, en cada latido, en cada suspiro, en cada pensamiento que le dedique desde lo más profundo de mi ser.


Este proceso de duelo me ha enseñado que el amor trasciende la distancia, que la partida física de un ser amado no significa un adiós definitivo, sino un hasta luego en un plano de existencia donde el amor sigue siendo el hilo conductor que nos une a todos.


En cada amanecer, en cada puesta de sol, en cada estrella que brilla en el firmamento, sé que Dani está presente, velando por mí desde el lugar donde ahora habita su espíritu. Y aunque mi corazón aún sienta la herida de su partida, encuentro consuelo en la certeza de que su amor perdurará por siempre en mi alma, y que le volveré a ver en la eternidad con mi Señor.


¡Tengo fe que te veré de nuevo, Dani, mi hijo amado!


3 de sep de 2024

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